20.7.09

Hay libros difíciles

Un tipo difícil este Gregorio Morán. Me gustó, y mucho, su biografía sobre el ocaso, físico y quizá intelectual, de Ortega. Un auténtico desmontador de mitos. Pero esta vez, creo, entró demasiado deprisa en la curva y se pasó un poco la frenada. Terminé hace ya varios días su Adolfos Suárez. Ambición y destino y aún no sé bien cómo enfrentarme a él.
Escribe bien Gregorio Morán. Y eso se agradece cuando uno se enfrenta como lector a un libro de seiscientas páginas.; además, no se enamora del biografiado y eso, se mire como se mire, es otra gran ventaja.
Pero debe de ser un tipo demasiado soberbio. El clásico intelectual que considera que todo el mundo es imbécil y que no hay nadie más listo que él. Y eso, a lo largo de quinientas páginas, cansa. El autor considera, es literal, que hay cosas que resultan ridículas "por más que la gente sea idiota y se trague lo que le echen". (página 275). Ya se sabe,el tipo de autor para el que la gente es todo el mundo menos yo y acaso alguno de mis amigos. En algunas cosas, además, es un progre de manual: la clásica tesis de que la transición no acabó hasta el 28 de febrero de 1982, como si sólo la lamentable izquierda española trajera la democracia, no te jode, y que la culpa del hundimiento de la ucedé fue culpa exclusiva de la derecha, como si la izquierda no hubiera contribuido en nada al acoso que sufrió Suárez...

En general el libro es muy faltón, y ahí fatiga bastante. Todo el mundo era o fue idiota: los hermanos Ansón unos muñidores al mejor postor; José Luis Alvarez un reaccionario; Calvo Sotelo "un hombre tan soberbio como limitado"; Alfonso Osorio "una mediocridad política"; Landelino Lavilla, "un algodonoso" (¿?), Pío Cabanillas un listillo; Otero Novas, un "zascandil reaccionario"... Lopez Rodó un gilipollas que pensaba que podía jugar con Suárez...

El resto de personajes no salen mejor parados: el Rey un tipo que usó a Suárez como un clínex, de usar y tirar, Torcuato un soberbio que quiso utilizarlo y no pudo. Herrero Tejedor, el hombre que estaba llamado a jugar un gran papel...

Sobre este magma de soberbia desplegada por el autor, Suárez no sale bien parado: un oportunista, un arribista sin escrúpulos dispuesto a ser servicial con quien hiciera falta si eso le abría el camino de la política. Ninguna ideología y mucha ambición de poder, un poco como el simplón de León...

Ya digo el libro es bueno, pero un poco cansino. Cuando el único espabilado es el autor, el lector también se acaba sintiendo un poco gilipollas. No deja de resultar curioso, por esa manera que tiene la izquierda de mirar la realidad, que después de la catarata de insultos que el autor dedica a todos los protagonistas no izquierdistas de la transición, cuando le toca definir al genocida chino Mao Zedong, diga de él, atentos, que era un "chino obeso, fumador y contradictorio". Es todo lo que puede decir del hombre que llevó a la muerte a más de diez millones de Chinos durante la época en al que narra la vida de Suárez. Toma ya (pág. 434).

No me atrevo, lector, a recomendarle ni que lo lea ni que no lo lea. Usted mismo.

PS:"Quizá nos hicimos mayores cuando descubrimos que era el pasado el que cambiaba siempre, y que el presente seguía en general inmutable". Morán, Gregorio: Adolfo Suárez. Ambición y destino. Barcelona, Debate, 2009. Página 12

1 comentario:

Sonam dijo...

Es lo que tienen los chinos obesos y fumadores, que matan mucho. Ahí tienes a Fumanchú.
Lo de contradictorio quiere decir que el progresismo intelectual aún no se explica cómo es que los hombres que dicen querer liberar a los desfavorecidos se dedican a exterminarlos. Pero pelillos a la mar: aunque no se lo explica no está nada incómodo con la contradicción.