12.3.09

A vueltas con la corrupción (I)

En una democracia de partidos como es la nuestra, la responsabilidad de las organizaciones políticas no se agota en encauzar la representación de los ciudadanos. Hay una responsabilidad previa, indelegable, por la que han de rendir cuentas a la ciudadanía: las personas que ponen en las listas, listas que hacen ellos y no nosotros. Y las hacen siguiendo un oscuro sistema de cooptación que sigue la tradición de renovación de élites del viejo sistema de consejos españoles durante la edad moderna. Por ello, cuando un alcalde roba, o cuando un diputado realiza actividades ilícitas, es cierto que la responsabilidad penal es suya y sólo suya. Pero es verdad que, detrás, hay una responsabilidad política de quien lo puso ahí para que los (indefensos) ciudadanos que no podemos comprobar su honorabilidad y a los que no se nos consulta sobre qué candidato preferimos, lo votemos.

Por eso, me parece una auténtica vergüenza y un escándalo mayúsculo que varios alcaldes de importantes ciudades de la Comunidad de Madrid, como Boadilla, Pozuelo o Arganda, hayan dimitido y aquí no haya pasado nada. Que al alcalde de Pozuelo le regalaran un cochazo y aquí no pase nada. A esta gente alguien los puso en las listas y alguien debería pagar por ello. Por ineptitud, por dolo o por ambas cosas. Pero deberían pagar. A mí nadie me pregunta sobre el candidato cuando se le proclama. En realidad no se pregunta a nadie, porque los partidos funcionan así, de manera que lo mínimo que podemos exigir los ciudadanos cuando pasan estas cosas, es que asuman la responsabilidad de quien los ha puesto ahí.

Así que no basta con suspenderlos de militancia. Quien los puso ahí también debería dimitir. O ser cesado. Y que no nos vengan con cuentos de persecuciones de garzón y tal, que ese es otro tema. Y tampoco con solidaridad entre miembros y simpatizantes de un partidos. 

Como liberal, estaré siempre más cerca de un militante honrado del psoe que de uno corrupto del pepé, qué quieren que les diga.

 

PS: Estuvimos viendo Mrs. Henderson presenta, la historia de Laura Henderson y de su más famosa criatura, el Teatro Windmill en Londres, aquel que prometió no cerrar durante la batalla de Inglaterra y que ofreció desnudos a la puritana sociedad de la época. La película es correcta y se ve con gracia, pero creo que el tema daba para más. Buena recreación de lo que debió de ser la Inglaterra de la época. 

 

 

PD: "En general, se llega a los asuntos públicos por lo que se tiene de mediocre y se permanece en ellos por lo que se tiene de superior".

Chateaubriand, François de: Memorias de ultratumba (Libros XXV-XXXIII). Tomo III. Página 1.481.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo creo que lo que hay detras de todo esto es una pura cortina de humo del corrupsoe y de Garzón para cargarse al PP