13.3.09

Hablemos, por una vez, de trabajo

Ya sabe el desocupado lector de esta columna que hablo poco de trabajo en ella. De todas, formas, no puedo evitar alguna reflexión sobre lo que está cayendo. Tenemos un sistema de relaciones laborales que combina, alegremente, el modelo franquista con el de una república bananera. Así, por un lado tenemos a los intocables, trabajadores fijos a los que cuesta un riñón despedir y que suelen pasar siempre de puntillas sobre las crisis. Cuando se les despide suele ser vía ERE o con un acuerdo ventajoso. Son una carga absoluta para el sistema. No he conseguido entender, tal vez porque soy hijo de autónomo, el motivo por el que para despedir a alguien que no rinde hay que pagarle para que se vaya. Y hasta 45 días de salario por año, nada menos. Un resto del franquismo, que compraba la paz social a base de tener un mercado de trabajo estático y obsoleto. Pero a este modelo nuestro gobierno, una auténtica plaga bíblica de incompetentes, no quiere aplicarle la ley de la memoria histórica.

Por otro lado, tenemos a los parias, gente que no es capaz de conseguir estabilidad y van encadenando contratos temporales tras contratos temporales. Sin ninguna protección y sin ninguna garantía de estabilidad. Es decir, o te llevas una pasta, o no te llevas nada. Y así nadie parece darse cuenta de que cuanto más difícil es salir de un mercado labora, más difícil es entrar

Hay dos mercados laborales en España, claro que los hay. Y un eje común en ambos, el bajísimo nivel formativo de los españoles. No es esta una queja de erudito a la violeta. Es lo que hay y lo que dicen los datos.

Y yo digo que alguna responsabilidad tendrán en esto los empresarios y sindicatos, que han utilizado durante estos años la formación para financiarse a manos llenas. Y alguna responsabilidad tendrán los trabajadores, que han aprovechado los años de bonanza para ver la tele como locos y haraganear en general en vez de seguir formándose una vez que han accedido al mercado…

 

PS: - Los franceses necesitaron tres años de lucha y un océano de sangre para conquistar la libertad. Todo lo que hemos necesitado en España ha sido dos días de explicaciones y uno de regocijo.

Frase de Antonio Alcalá Galiano tras la proclamación de la Constitución en 1820. Citado por Brenan, Gerald: El laberinto español. Madrid. Plaza & Janés. 1984. Página 283


PD: hoy toca almuerzo catalán en homenaje a Jimena. ¡A por la esqueixada!

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