29.8.08

Lecturas agostiles (I)

Pocos placeres superan el de esta leyendo mientras cae la tarde en la pradera. Al fondo, las montañas que separaban Castilla de Galicia. Al oeste, el camino a Portugal. Al este, la sierra.
En este entorno es fácil leer. Devoro en pocos días un magnífico libro del Catedrático de Historia de la Ciencia del MIT Loren R. Graham. A estas alturas de la historia, hay todavía mucho lanas en la universidad, y en los ambientes, que defiende que lo que pasó en la Unión Soviética fue, en realidad, una desviación del comunismo. Nada más falso. En realidad, la Unión Soviética fue el resultado de aplicar de manera científica el socialismo. El fantasma de Peter Akimovich Palchansky, un ingeniero de sólida formación y acreditada experiencia, que había conocido el destierro en tiempos de zar por sus ideas izquierdistas, recorrió el proceso industrializador soviético desde el mismo momento de su asesinato, por supuesto sin juicio previo, en la primavera de 1928. En sus escritos, en sus revistas, el ingeniero ejecutado, denunciaba la excesiva especialización de los ingenieros, así como la tendencia a no considerar el entorno local y la salud de los trabajadores como consideraciones claves a la hora de realizar obras públicas.
Graham analiza las tres grandes obras del estalinismo: la mayor central hidroeléctrica del mundo, Dneprostroi, la mayor planta siderúrgica del mundo Magnistostroi, así como el canal del mar Blanco (Belomorstroi). Las tres fueron auténticas estupideces desde un punto de vista económico, y no digamos ambiental. La presa se construyó por una motivación puramente política. Los obreros (no se emplearon demasiados esclavos) vivían en condiciones espantosas y no se sabe aún cuanta gente murió. La dictadura utilizó la presa en la Exposición Universal de Chicago en 1939 y fue alabada por los perfectos idiotas occidentales como símbolo de “un nuevo orden socialista”.
La ciudad de la energía iba a ser el mayor centro siderúrgico del mundo, además de una ciudad jardín donde empezar a edificar el socialismo. Construida por esclavos, acabó convertida, según un visitante extranjero que se acercó a ella en los ochenta en una ciudad de “alcoholismo arraigado, escasez crónica de bienes de consumo, infraestructura urbana inexistente y una polución casi inconcebible”. Y qué contar del canal del Mar Blanco, construido íntegramente por esclavos y con una media de muertos en la obra de unos diez mil al mes.
Todos estos errores, estas ineficacias, que se repitieron de manera crónica en la dictadura comunista soviética eran realizadas en los años veinte y treinta por ingenieros que sabían que no debían plantear alternativas porque podían ser considerados saboteadores si se oponían a la línea oficial del partido: más adelante ni siquiera hizo falta. La especialización de los ingenieros soviéticos, su escaso conocimiento de economía, medio ambiente o cualquier disciplina humanística, los convirtió en esos seres grises que causaron gigantescos destrozos no sólo al país, sino a varias generaciones de seres humanos. Y los planes descabellados siguieron, no fueron sólo cosa de Koba, el temible: el proyecto de los Ríos del Norte, el ferrocarril Baikal-Amur, y si finalmente no se llevaron a cabo, fuero porque la maquinaria no daba más de sí. Manadas de obreros desmotivados, que apenas tenían que comer y ninguna esperanza de futuro, no eran desde luego los más idóneos para llevar a cabo grandes trabajo. No es de extrañar que cuando estallaran las huelgas del Don durante el gobierno de Gorbachov, la demanda más repetida de los obreros hacia el Estado obrero fue que querían jabón para lavarse al salir de la mina. Una petición tan humillante que no se había escuchado siquiera en tiempos del zar.
En este escenario hay que entender un accidente como el de Chernóbil, que no hubiera podido tener lugar en un país salvaje y decadentemente capitalista: un modelo de reactor, el RMBKs que había sido rechazado en occidente por inestable; fallos en el revestimento, uso inadecuado de materiales, técnicos escasamente formados. La causa del desastre, más allá de lo que sucedió en realidad al intentar obtener energía de un reactor que estaba parado para revisarlo fue la política industrial soviética. Ni más, ni menos.
Palchanski, socialista honrado al fin y al cabo, intuyó lo que acabaría pasando. Pagó con su vida la valentía de plantearlo en público. Lo que no fue capaz de intuir es que esos problemas no constituían desviaciones de un sistema, sino que eran la esencia pura del mismo.
Magnífico libro.

PD: “Una importante acusación contra Palchinsky y sus organizaciones consistía en haber insistido en publicar “detalladas estadísticas” sobre las industrias mineras y petroleras […] de modo que las autoridades soviéticas estaban adoptando frente a las estadísticas la misma actitud que adoptara el gobierno zarista. […]. El gobierno zarista lo castigó con el destierro a Siberia, el gobierno soviético optó por detenerlo y ejecutarlo”.
Graham, Loren R.: El fantasma de ingeniero ejecutado. Por qué fracasó la industrialización soviética. Crítica, Barcelona, 2001. Página 79

27.8.08

Balneario

Volvimos a Castilla por el norte. El pirineo nos llevó hasta Pamplona, y de ahí a Vitoria. El viaje en autopista entre una y otra es una inmersión en los mitos del nacional socialismo vasco. En cualquier caso, el viajero es prudente y, atado al mástil de su pertenencia a una identidad confusa, no se deja seducir por la patriotera visión que ofrece la sierra de Aralar. En realidad, piensa el viajero, bajo ese halo de misterio romántico heredero de Xaho y de su viaje al país de los vascos, lo que hay es un siniestro corredor de melancolía patriótica y lastimosa memoria de asesinatos cobardes y naciones irredentas. Entramos en un bar, poco antes de llegar a Vitoria. El entorno es hostil ante lo ajeno. Me fijo en ellas: hay una estética nacionalista en el ámbito vasco que hace incompatible la feminidad con la nación. Mujeres con pelo corto y cara de mala hostia. Con su pan se lo coman, pienso mientras miro de reojo a Jimena.
Entramos en Castilla por Burgos. Son varias horas de coche ya y decidimos parar a almorzar en
Briviesca. La villa tiene ese aire castellano que se me grabó, hace tantos años, en el Peñafiel de mi niñez. Aquellos burgos en los que demora su partida el invierno, como cantaba el poeta. El viaje sigue. Por fin, llegamos a nuestro destino. Ampudia, una villa que fue una vez sede del valido más poderoso de España, ya saben, aquél que se vistió de colorado para no morir ahorcado. Vamos a estar varios días en La Casa del Abad, una Posada Real con restaurante galardonado en la Guía Michelín. El trato es muy cordial. El espacio magnífico. Una buena restauración y un ambiente tranquilo. Una sucesión de patios y luces. Títulos decimonónicos en las paredes. Una piscina. Y un spa. En Castilla, escribió Arcadi Espada, la melancolía es una elaboración de la soledad y del ángulo recto. Leemos. Nado. Un masaje en las cervicales por la mañana. Una pedicura por la tarde. Salimos a descubrir el pueblo. Las calles porticadas. Una colegiata con una espadaña que rasga el cielo de la tierra de campos. Alguna escapada, fugaz, a Palencia. No queremos coger el coche. Un almuerzo en una rural cercana. La lleva un hijo del pueblo. Fue tenor. Cantó en el Liceo, en Barcelona. Murió su padre y decidió volver. Su mujer coge rosas para adornar el magnífico carpaccio de pulpo que prepara. Se nos van las horas entre libros y llega la hora de marchar. Entramos en Zamora. Estreno el bicing con un paseo hasta IFEZA. Al día siguiente, Joao y Teneca nos brindan su hospitalidad en la Granja. Almuerzo, copa y puro, completado en Tábara. Es ya noche cerrada cuando llegamos a Sanabria.

PD: La rapidez con la que el hispanista [Legendre] transita en tan solo unas líneas desde la mera recreación del paisaje a la exaltación de valores abstractos […] tiene que ver, sobre todo, con la vieja tentación de asociar cualidades morales al paisaje, abriendo así las puertas a las teorías de los caracteres nacionales, y, en definitiva, al determinismo del medio físico sobre la conducta humana.
Ridao, José María:
El pasajero de Montauban. Círculo de Lectores, Barcelona, 2003. Página 62.

14.8.08

Recopilando

Empezaron las vacaciones. Pasamos por Paracuellos de Jiloca. El balneario correcto, pero la relación calidad / precio algo cara. Algunos detalles (el agua no está incluida en el menú), feos. Seguimos camino a Jaca. Qué hermosa ciudad, y qué hermosos los valles pirenaicos. Nos alojamos, era obligado, en el Mur. No sé si le he contado, desocupado lector, que una parte de la familia paterna de Jimena proviene de esta bella ciudad aragonesa. Así que nos alojamos donde lo hacía su abuelo cuando, hace más de sesenta años, iba a ver a la que luego sería su abuela. La melancolía, a veces, es una forma de vida. El hotel, recién restaurado, respira historia. Aquí se alojaron Galán y García Hernández cuando la sublevación de 1930. Probablemente no es el hotel más cómodo de la ciudad, pero sin duda es el mejor ubicado. A cien metros saliendo a la derecha, la Ciudadela; a cien metros saliendo a la izquierda, la Catedral.
Hemos estado allí varios días. Leyendo y paseando.
Nos acercamos hasta el impresionante San Juan de la Peña, con sus leyendas y su historia del Reino de Aragón a cuestas. El turismo, masivo, está bien organizado. En el monasterio nuevo, un Centro de Interpretación muy interesante y originalmente montado. Un único pero. El audiovisual. Provinciano aldeanismo usando las técnicas más avanzadas. Ya saben: aquí era la democracia y libertad para todos, la miel manaba de las fuentes y el oro corría mientras el clero, los campesinos y la nobleza bailaban en corro abrazados hasta que llegaron primero el cabrón de Felipe II y luego los Borbones y se dedicaron, con saña, a acabar con esta arcadia medieval. El narcisismo de la diferencia menor, le llama Ignatieff a esta enfermedad.
El paisaje, en general, abruma. Nos acercamos a Canfranc. Unos lanas fumando porros y una gran bandera inconstitucional presiden una plaza. Al progreso a través del siglo XIX. Con dos cojones. Seguimos carretera adelante olvidando la visión regresiva que acabamos de sufrir. La estación está en obras, pero desde fuera muestra lo que fue. La decadencia del primer tercio del XX. Volveré y la veré por dentro.
Aconsejados por Miquel Barceló, cogemos la transpirenaica, nos perdemos y nos encontramos. Dios mío que paisaje. Me quedo con la boca abierta. A Jimena se la ve contenta. Y eso me hace feliz. Un café en Sarvisé. Unas fotos a la entrada de Ordesa. Magnífica Torla. Una carretera alpina, el valle del Ara. La mano de los glaciares.
La estancia en Jaca me sirve, es claro, para empezar a tejer una trama de afectos con la tierra aragonesa. Castellano como soy, son muchas aún las partes de España a las que no me une más que el pasaporte, porque ni las conozco, ni conozco gran cosa de ellas. Es cierto que a algunas de estas partes, las menos, no tengo ningún interés en que me una nada. Qué quieren que les diga, los afectos se ganan y se pierden. Es más, prefiero que, cuando viajo al extranjero, no me relacionen con ellas.
Pero no es el caso, desde luego, de Aragón.
Partimos hacia el oeste. Nos espera la dura estepa castellana. El lugar al que vamos promete. Ya les diré.

9.8.08

El futuro ya llegó

La lectura de un artículo en The Economist la semana pasada en el que una mujer señalaba que “I think my generation will be the last to see a Great America”, junto con el espectáculo de la inauguración de los Juegos ayer me ha hecho reflexionar sobre el último libro de Fared Zakaria, The Post-American World, así como sobre el Viaje al futuro del Imperio, de Robert Kaplan. Lo interesante de la tesis de Zakaria es que no habla tanto del declive americano como de la emergencia de nuevos actores que acabarán desbancando al poderoso actor estadounidense. El problema es saber hasta qué punto esta emergencia irá acompañada de sociedades abiertas, economías de mercado y estados de derecho en la órbita liberal. La llegada de nuevos actores, aunque inquietante, no es mala de por sí. ¿Qué quedará del mundo norteamericano? A los que hemos crecido rodeados de su cultura, nos cuesta pensar un mundo sin su potentísimo imaginario simbólico. Y no se engañen, por encima del poder económico está el poder simbólico. Y es éste el que acaba consolidando aquél.
Ya veremos.

PD: ayer, como en las pelis. Con un par de cajas recogiendo todo lo que había en mi cubículo. Y con pena, claro que sí. Y bastante agradecido, es cierto. Pero es que
nacemos para cambiar, y ya se sabe que, además, estamos en una época en la que todo lo sólido se desvanece en el aire.

PS: mañana salimos de ruta, están a tiempo de descubrirnos sitios.

8.8.08

Aragón y Navarra en la mochila, de camino a Castilla

Finalmente, este año Jimena y yo nos quedamos por España en vacaciones. Había ganas de ir (en mi caso) y de volver (en el suyo) a Aragón y Navarra, tierra de procedencia de su familia paterna. El viaje nos llevará cerquita de Calatayud, luego a Jaca y, volviendo por el norte, acabaremos en la montaña palentina, en lo que promete ser una semana de decadencia hedonista dedicada al dolce far niente. Espero tomar notas, y espero poder contarle lo que voy viendo por aquella parte del país.
En cualquier caso, aquellos desocupados lectores vinculados al frente de Aragón, a la XIVª Bandera de Navarra o de las Milicias Castellanas que quieran dejar constancia de lugares donde comer, sitios que visitar, o simplemente recomendaciones a vuelapluma, serán bienvenidos…

PS: ya sé que cualquier incendio es una desgracia, pero
los que te pillan más de cerca duelen mucho más. Espero que haya sido menos de lo que parece y que la buena gente moraliega se recupere pronto del susto. Y un fuerte abrazo a Yors.

PD: van cayendo los mitos. Ahora resulta que
el catorce de julio se celebra en Francia desde antes de ayer, como quien dice, en concreto desde 1880. Tiene razón Juaristi. Francia nació como nación en su Tercera República

6.8.08

Dictadura y democracia. Reflexiones al hilo de un libro

Me cuesta leer novela. Cada vez más. No tengo mucho tiempo, a lo largo del día, para leer y el poco que tengo me gusta aprovecharlo. Con la novela, hace años que me asalta la sensación de estar perdiendo el tiempo. Jimena, que es más sabia, me dice que no, que me equivoco; que la novela es también una fuente de conocimiento y, sobre todo, de experiencia.
El caso es que el bueno de
Roger me regaló, para mi cumple, Radio Ciudad Perdida, del peruano Daniel Alarcón. Es buena, pero me costó leerla. Un país en Iberoamérica, una guerra civil ya terminada, unos desaparecidos. Un programa de radio que los recuerda y, a través de ello, varias historias personales. Todas ligadas por lazos de infortunio y fatalidad, que es lo que mantiene unido a un país después de una guerra civil. Una locutora, cuyo marido desapareció en la guerra; una aldea en la selva, maltratada igualmente por ejército y terroristas. Un informante fantasioso, miseria. Un centro de tortura. Un hombre nuevo. Unos pueblos en los que se borra la historia…
Las dictaduras son todas un horror.
Pinochet, Ceaucescu, Videla, Castro, Franco, Jaruzelski, Pol Pot, Salazar, Mengistu, Mao, Mugabe y tantos otros forman parte de la historia universal de la infamia. Además de ser unos ladrones, en la gran mayoría de los casos. Es cierto que, cuando se van, algunos dejan el país armado de clases medias y listo para competir en el mundo, y otros dejan un erial del que se tarda años en salir. Pero eso no justifica su existencia, como tampoco la justifica los supuestos avances en el ámbito de la sanidad o la educación. No. Nunca. Todos los gobiernos autoritarios o totalitarios tienen una profunda ilegitimidad de origen y funcionamiento, y desconocer eso es no haber comprendido el siglo XX.
Ya saben, la democracia es aquel sistema en el que, cuando alguien llama a tu puerta a las dos de la mañana, sólo puede ser el lechero.
A veces no nos damos cuenta, pero eso quizá sea lo más importante. Cosas como poder consultar internet sin miedo a la censura, poder debatir en espacios como este sin miedo a que un agente de la policía secreta nos busque y nos detenga.
En cualquier caso, me gustó el libro. Y se lo recomiendo, lector.

PS:
Karl Popper, una de los intelectuales más dignos que pisó el siglo XX dejó escrito en La sociedad abierta y sus enemigos que “la tentativa de llevar el cielo a la tierra produce como resultado invariable el infierno”. Pues eso

PD: Mañana todo el día en
Errioxa. Hay que ir cerrando temas.

5.8.08

La risa y los veinte millones, que diría Amis

Es verdad que probablemente no era más que un vulgar nacionalista ruso. Es verdad, también, que no fue el primero. Otros, antes que él, ya habían advertido sobre lo que estaba pasando en realidad al otro lado del telón de acero. Quizá porque la realidad admitía poca novela, muchos otros fueron sistemáticamente ignorados. Hasta que llegó su hora. Por un comentario intrascendente, fue condenado al gulag siberiano. Y vivió y volvió para contar su historia. Su Archipiélago Gulag forma parte de la historia universal de la infamia. Un libro que me acompañó al final de la facultad. El libro que hizo ver a muchos lo que se escondía en verdad tras el comunismo en la Unión Soviética.
Su llegada a España estuvo rodeada de polémica, porque en esto también somos diferentes.
Cantó las verdades del barquero, es decir, que siendo todas las dictaduras repugnantes, algunas, además, son especialmente lamentables, porque acaban gobernando contra su pueblo.
Las reacciones no se hicieron esperar. Gentuza, como el
pesadísimo Benet lo insultaron sin piedad a medio camino de su viaje a la China de Mao. Así era nuestra socialdemocracia ya en los setenta. No daban para más. Menos mal que ahora sabemos a quién se le cayó el muro encima y a quien no…
Ha muerto
Aleksandr Isáyevich Solzhenitsyn. Descanse en paz en su tierra rusa, a la que tanto quiso.

PS: “
Yo creo firmemente que, mientras existan gentes como Alexandr Solzhenitsyn, perdurarán y deben perdurar los campos de concentración.Tal vez deberían estar un poco mejor custodiados”. Juan Benet, 1976, en Cuadernos para el Diálogo.

4.8.08

Al museo

Hacía buena mañana y fuimos al Reina Sofía. Menos mal que Jimena me empuja a hacer estas cosas. Es un museo magnífico, aunque a veces las exposiciones temporales que organiza sean bastante flojas. Fuimos directos a por la colección permanente, en este caso a la planta segunda. Allí se recoge la llegada y desarrollo de la modernidad artística en nuestro país. Una delicia. La evolución del paisaje, desde finales del XIX hasta las primeras décadas del XX, la descomposición de la figura, que se observa magníficamente a través de una sucesión de retratos de varios autores, de Zuloaga a Picasso, de Isidro Nonell a Juan Gris. Y luego llega el cubismo. Espectacular la obra que el museo posee. Y más adelante el surrealismo. Entre medias, un par de salas para explicar el contexto del Guernica. Franco ganó la guerra, pero el Guernica de Picasso lo derrotó internacionalmente. Gracias a esta obra, y a algunas otras cosas, es difícil encontrar a dictadores europeos con peor imagen que el general Franco. El rodillo intelectual contra su régimen fue implacable. El mensaje fue: “un pueblo viejo y sabio luchó contra un dictador fascista y analfabeto”. Las cosas fueron mucho más complejas, pero la imagen quedó ahí. Por el camino, y en sus cuarenta años de gobierno dictatorial, el general Franco se llevó muchas cosas por delante. Por ejemplo, la tradición ilustrada de una cierta izquierda liberal que había en España. Nunca más hemos vuelto a saber de ella. Por ejemplo, la evolución de un pensamiento de raíz liberal y de matiz conservador, que fue barrido por la inane bobada aquella de la Falange, con sus niñatos, sus coros y sus danzas.
Al acabar, un paseo por la delegación que
La Central ha abierto en el museo.

PS: [“El síndrome de la resistencia”]. Después de la guerra, prácticamente a todos les vino bien creer que, con la sola excepción de una pequeña minoría, el pueblo francés estaba con la resistencia o simpatizaba con ella. Judt, Tony:
Pasado imperfecto. Los intelectuales franceses, 1944-1956. Taurus, Madrid, 2007. Página 61

2.8.08

Libertad de expresión o el tal Suñé como metáfora

País de beatos, coño. Resulta que un concejal independentista, comunista y no sé cuántas cosas más, cuelga un tema irónico en su blog. No un insulto, que no lo es, sino una estupidez sobre el expolio (¿?) fiscal al que la bota militar española somete a Cataluña. Y después arde troya.
La cascada de reacciones, patética. La del tal
Brunet en Veo diciendo que lo que llama la atención es el uso de imágenes de niños (¿?).
La del
gobierno extremeño rasgándose las vestiduras, y la de la corporación de Torredembarra, donde el pollo este pasta, diciendo que siempre han sido tolerantes y bla bla. Y va el tal Suñer y recula.
Pues no estoy de acuerdo. Que escriba lo que quiera, que cuelgue lo que le de la gana. Oiga, ¿ya no puede uno hacer gracias y bromas con la política?. Estamos otra vez a vueltas con la libertad de expresión.
Por eso creo que las críticas no van en dirección correcta. No hay que quedarse en el anuncio, lector, hay que ver lo que dice y de dónde viene el mensaje. Y esa parte es fascinante. Porque demuestra para qué ha quedado la izquierda en España. No hablo de la socialdemocracia, hablo de la izquierda, en general. Si el anuncio viniera de Italia, todos pensaríamos en la Liga Norte ridiculizando a los napolitanos. Si de Bélgica, a los del Bloque Flamenco mofándose de los valones. Si de la antigua Yugoslavia, a los eslovenos riéndose de los macedonios.
Pero no, es un anuncio hecho en España. Y no viene de la extrema derecha, viene de la izquierda. Una izquierda profundamente analfabeta, que cree que los territorios pagan impuestos (¿?), que cree en la existencia de ese
oxímoron denominado “nación cultural” y que cree, en fin, que las lenguas tienes derechos y que el agua pues según para quien.
Este es uno de nuestros dramas. En qué momento la izquierda dejó de leer y se convirtió en analfabeta funcional, agarrada a un par de eslóganes y recogiendo toda la morralla intelectual que quedaba en la plaza pública. Empiezo a sospechar, es sólo una intuición, que la culpa, esta vez sí, fue del franquismo.

PS: En 1965 Eric Rohmer decía “no sé si soy de derechas, pero en cualquier caso lo que es seguro es que no soy de izquierdas”.
Tubau, Ivan:
Matar a Víctor Hugo. Memoria de Periodista. Espasa, Madrid, 202. Página 306

1.8.08

Libertad, libertad, libertad...

Me preocupa la condena a Jiménez Losantos. Me preocupa que un juez diga que ciertas expresiones son propias del barroco pero no de ahora. ¿debo pagar multa por llamar a esa calamidad que tenemos en Moncloa “simplón de león”?. No se dan cuenta los patéticos de público y o del fancine de prisa de aquello de “cuando las barbas de tu vecino veas pelar”?. Y no vale decir “es que él insulta”. La diferencia entre la ironía, el insulto y la crítica es, en política, mucho más fina de lo que puede parecer. Y hay que ser muy cuidadoso con poner límites, ya que es posible que, a cuenta de evitar el insulto, acabemos multando la crítica o la ironía. En fin, la libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos…

PS: "Allí donde el tirano encarna la razón, el papel del intelectual pasa a ser vital en la transmisión de la razón al pueblo en cuyo nombre se aplica. Si bien quiso en su día borrar de la faz de la tierra a los tiranos, el intelectual moderno terminó por interpretarlos y por estar a su servicio. Lejos de representar una desviación del ideal […] Sartre es, en efecto […] la esencia misma del intelectual del siglo XX". Judt Tony:
Pasado imperfecto. Los intelectuales franceses, 1944-1956. Taurus, Madrid, 2007. Página 355

PD: He aquí la diferencia
entre un hombre comprometido de verdad y un patético grupo de estúpidos titiriteros venidos a más. ¿Se ve clara la diferencia?