31.5.08

Sábado 17. De cómo una serie de fortificaciones se convirtieron en una (gran) muralla

Desayunamos con la fresca. Una nube de contaminación cubre Pequín. Nos encaminamos hacia lo que desde hace algunos siglos se conoce como la Gran Muralla. Por el camino, las obras de la zona olímpica. Soldados y obreros. En el paraíso socialista chino, los delegados sindicales son sustituidos por sargentos del ejército. Nos dirigimos hacia la zona de Badaling, el tramo amurallado más restaurado y más cercano a Pequín.

Hay varios equívocos en relación a la Gran Muralla china. Y casi todos ellos están relacionados con occidente. Y es que la Muralla, “Fortificación Larga” en chino, es, en gran medida, un invento occidental. No es extraño. A veces, los imaginarios colectivos se crean desde fuera. Los románticos franceses y británicos crearon la imagen de España durante el siglo XIX.
Ferdinand Verbiest, un jesuita belga que vivió en el Imperio del Centro durante la segunda mitad del XVIII, visitó la muralla cerca de Pequín y quedó impresionado por lo que había visto. Por aquella época, otro jesuita llamado Martino Martini había publicado su Atlas Sinensis. En él, sentó las bases de gran parte de los mitos que, siglos después, siguen formando parte del imaginario colectivo: una muralla que atravesaba toda China, levantada en muy poco tiempo y construida antes de Cristo. Ni era una sola muralla (en realidad, son varios tramos dispersos y separados por cientos de quilómetros que nunca constituyeron una única muralla), ni se levantó en poco tiempo (el proceso de construcción abarca en realidad gran parte de la historia de China) ni era tan antigua (los tramos que los occidentales veían se edificaron en el XVII). Los frailes fueron los mejores propagandistas del mundo Chino en occidente durante el XVII y el XVIII. Un siglo después, en el verano de 1861 el doctor Fleming visitó la Fortificación Larga. Y hablaba de la misma como “la mundialmente famosa barrera cuyas maravillas han resonado durante siglos en occidente” en su Travels on a Horseback in Mantchu Tartary”. A nadie le resultaba extraño que los chinos, durante aquellos siglos mostraran tan poco interés por la “Fortificación Larga”. Para China, la Gran Muralla era el reflejo de un fracaso. Durante siglos, había sido incapaz de detener las invasiones extranjeras. Y había simbolizado el aislamiento de China. Un país que pudo haber dominado toda Asia se quedó encerrado dentro del perímetro, físico y mental, de una muralla. 

Pero al final, los chinos transformaron su “Fortificación Larga” en la Gran Muralla. Llegó el siglo XX. Una China dividida y humillada encontró en la visión de los europeos un motivo de orgullo. Un país que había construido la “Gran Muralla” no era un país cualquiera. El incipiente nacionalismo chino se apropió de la Muralla. Años después, Mao la utilizó como imagen de la resistencia a los japoneses y terminó de colocarla en el imaginario colectivo chino. Como un espejo que en realidad crea la imagen que devuelve.

A pocos quilómetros de la Muralla, se adivinan los turistas. Autobuses y más autobuses. Durante el trayecto, Fernando, el guía, realiza nuevas loas al gobierno chino. Me pregunto si realmente se creerá todo lo que nos cuenta. Empezamos a caminar. La muralla está repleta de turista. Y cuando digo repleta, digo repleta. El paisaje es espectacular. Aunque está restaurada de una manera tosca, aunque a veces la subida se hace imposible por los desniveles que ha de salvar, la experiencia merece la pena. Vendedores de todo tipo están instalados en los torreones que comunican los tramos de muralla. Se vende de todo: camisetas, láminas, carretes. De pronto, suena una melodía. Quizá irlandesa. Pero extrañamente familiar para los españoles. Tarareo la letra mientras paso al lado del vendedor que la toca en su instrumento: “There’s a valley in Spain called Jarama / It’s a place that we all know so well / It was there that we fought against the Fascists / We saw a peacful valley turn to hell”.

Desde lo alto se observa la extensión de la Muralla como un hormigueo constante de gente. Bajamos. Nos espera un almuerzo en un entorno absolutamente espectacular. ¿Les he contado algún vez que soy un rendido admirador de la arquitectura de acero oxidado y hormigón?

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