26.3.08

Un personaje

Hay personajes siniestros a los que la historia olvida quizá porque no tiene nada bueno que decir sobre ellos. Ahí está el caso de Mohamed Said Hadj Amin el Husseini, Gran Mufti de Jerusalen. Acogido entre 1941 y 1945 por el régimen nazi como huésped en Berlín. Anfitrión de Himmler y de Gobbels. Fiel colaborador del III Reich; responsable del envío de saboteadores árabes tras las líneas inglesas en oriente. Responsable del reclutamiento de dos divisiones de musulmanes yugoslavos para las SS. Convenció a Ribbentrop para impedir la emigración a Palestina de 4000 niños judíos de Bulgaria. ¿Sabe dónde acabaron, desocupado lector, esos judíos?
La trayectoria de esta joya explica, en parte, el motivo de la derrota de los países árabes frente al naciente Estado de Israel en 1948. Hablan ahora Lapierre y Collins:

Al amparo de esta revuelta [en 1929] Hadj Amin se dedicó a hacer desaparecer a todos aquellos que pudieran poner en peligro un día su autoridad […] terratenientes, comerciantes, profesores, funcionarios […] cayeron así bajo las balas de sus asesinos […]. Más de dos mil árabes cayeron así bajo las balas fratricidas de los asesinos del Mufti.
Mientras que entre los judíos se multiplicaba el número de jefes jóvenes y las instituciones sociales que un día serían su mayor fuerza en Palestina, Hadj Amin privó a los árabes de estos mismos recursos. Ahogando el progreso h la razón con los desenfrenos de su fanatismo religioso, aterrorizando a las élites con los fusiles de sus campesinos analfabetos, redujo al miedo y al silencio a toda una generación de jefes árabes
Lapierre, D. y Collins, L: ¡Oh Jerusalén!. Booket, Barcelona, 2006. Página 72 y 73.

PS:
miradas críticas.

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