23.8.07

Día 7. Niágara (II)

La presencia de las cataratas marca la vida de gran parte del pueblo. Enfilamos la calle que nos lleva al motel, convertida a su vez en un enorme motel de todos los colores: grandes, pequeños, cutres, dignos, más cutres…

Tras hacer el chequin, empezamos a andar hacia las cataratas, tomando Victoria Ave. El espectáculo es desolador, al menos para los ojos de un europeo de clase media. De camino, y hasta que enfilamos Clifton HI, no hay más que tiendas de todo a cien y chiringuitos para comer barato. Pensamos en el horror, pero no sabemos que nos espera algo peor al doblar la esquina de Clifton. Fíjese por donde hemos ido a encontrar la apoteosis del mal gusto no en los EEUU sino en Canadá. El espectáculo es inenarrable. A menos de quinientos metros de las cataratas una sucesión interminable de museodecera, bolera, casa de los horrores, todo a cien, baila en la calle, come barato, caraoque, camisetas baratas, perritos calientes, museo de los horrores, tren de la bruja


Y de repente, al llegar a Victoria Park, el viajero se sorprende. La pesadilla termina. De frente, las cataratas. Son dos, la estadounidense y la canadiense. La primera es más pequeña y menos espectacular. Tiene rocas acumuladas en la base y hace que la caída del agua pierda impacto. La brutal es la candiense. Esta foto está tomada desde el borde mismo desde el que empieza a caer el agua. El sonido es impactante.

Se nos va la tarde viendo no sólo las cataratas, sino también a la variada fauna que las visita. Decidimos subir a ver la Skylon Tower y, si tal, cenar allí. Las vistas hacia las cataratas son impresionantes. Finalmente, cenamos. Un buffet con un cierto salmón y algo de fruta. Ahora podemos ver las cataratas iluminadas.

Estamos cansados ya. Vamos a dormir. Mañana hay que madrugar porque queremos hacer muchas cosas en poco tiempo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿No te da verguenza visitar el imperio que está assesinando civiles iraquis? ¿Darle dinero a los asesinos?

Anónimo dijo...

Ten en cuenta que, como dicen los libros de texto hoy en día, todos los votantes del PP somos también asesinos. Por lo tanto, no solo no nos da vergüenza viajar a Estados Unidos, sino que nos sentimos en nuestra salsa. Supongo que como tú en China, vaya.