10.4.07

Premodernos y modernos

Me van a permitir que hoy les hable en clave personal. Llevo bastante tiempo intentando arreglar los papeles de la herencia que, de mis abuelos, han de repartirse mi padre y mi tía. El modelo sucesión de bienes en España obedece a la lógica de la modernidad: tantos bienes, los dividimos, y la mitad para cada uno. El modelo exige la presencia de un notario y recomienda la de un registrador de la propiedad, para darle fuerza jurídica a esa transmisión.

El problema es que los bienes en Sanabria no siguen la lógica de la modernidad. Mi padre y mi tía se van a repartir algunas fincas cuya superficie, ya en el monte, es inferior a sesenta metros cuadros. Hay una de veintinueve. En algunos casos, además, no tienen la propiedad en sentido estricto, sino que tienen lo que aquí se llaman “suertes” y que supone la posibilidad de ir una vez al año a por leña a ese lugar. También se heredan los derechos de riego y los derechos sobre el horno del barrio. Entre la fascinación que me produce el tema, mi pereza congénita y el lío del trabajo, llevo ya casi tres años intentando aclarar dónde están estas propiedades. Por el camino he encontrado de todo: la redención de un foro, el pago de arbitrios, compras de 1872, usura, compras durante la República. Mis abuelos, dos labradores, (algún día les hablaré de ellos), esforzándose por hacer acopio de tierras con las que espantar el hambre. El único tributo que ya puede hacerles su nieto es ayudar a que esas propiedades no se pierdan por el camino.

PS: principio, regalado por Joxemari con motivo de mi cumpleaños, Mercado de espejismos, último Nadal, del gaditano Felipe Benítez Reyes. Se trata de un autor fetiche para Joxemari, que ya me regaló El novio del mundo con el que, aunque esté mal decirlo, me divertí mucho y me hizo pasar veladas agradables. A veces, bajo la ironía y el sarcasmo se esconden estudios sociológicos más profundos que los que aparecen en sesudos manuales.

Corolario: La sociedad contemporánea, que se cree más astuta que todas las sociedades precedentes, mantiene la ilusión colectiva de que somos jóvenes hasta los cuarenta, los cincuenta, los sesenta […] Vivimos en una sociedad de jóvenes eternos, de atléticos matusalenes que celebran su noventa cumpleaños cogiéndose una borrachera de albañil holandés […]
Benítez Reyes, Felipe: “El novio del mundo”. Tusquets, Barcelona, 2002. Página 120

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Te devuelvo visita. Me ha encantado ver que no sólo a mi me apasiona "Los cañones de agosto" al márgen de las referencias liberales más clásicas. Es que es un libro tan bien escrito...
Como te puedes imaginar me pica la curiosidad por saber cómo has ido a parar a mi blog.

Anónimo dijo...

Es un libro magnífico. Por fin comprendí algo de la Gran guerra. Cuando comenzó la crisis de los misiles, Kennedy se lo hizo leer a sus ministros...
El Perdíu llegó a su blog porque es un curioso impenitente y porque le apasiona la política...