6.3.07

Sábado día 4

Nos levantamos temprano. En la Plaza de Figueira compramos un billete que nos permitirá viajar todo el día en transporte público. Tomamos el tranvía hasta la torre de Belem. Por el camino, el puente del 25 de abril, construido bajo el salazarismo. Las dictaduras, tan amantes de la ingeniería. La televisión portuguesa está haciendo un concurso para elegir al portugués más importante. Entre los finalistas está el dictador. Algo imposible en la España de hoy respecto del general Franco. Llegamos a la Torre de Belem. La perspectiva actual no ayuda a comprender su función (torre defensiva dentro del tajo), pero aun así es un monumento magnífico. La vista sobre el estuario del río en un día gris como este es espectacular. Sigue habiendo turistas españoles. Ahora son casi todos catalanes. Gritones y ruidosos. Tanto luchar por diferenciarse de nosotros para acabar dando la misma imagen que el resto de los españoles en el extranjero. Nos acercamos dando un paseo hasta el monumento a los descubridores. Las dictaduras tienen todas una estética similar. El monumento es bonito, y permite una vista aún mejor sobre el estuario del río, pero no supera, creo yo, a la torre de Belem. Toda esta retórica patriotera tan habitual en las dictaduras ibéricas, cronológicamente fuera de su tiempo y estéticamente bastante pobre.

Como no tenemos prisa, alteramos los planes sobre la marcha y comemos a los pies de los descubridores, en el Restaurante Ja Sei. Jimena y yo compartimos una de las mejores doradas que he comido en años. Los camareros son muy amables. Uno de ellos ha estado varias veces en Barcelona y nos habla de España con cierta admiración. En el restaurante hay varios catalanes. Tras almorzar, nos acercamos a los Jerónimos. El claustro del monasterio me deja, literalmente boquiabierto. Estilo manuelino en todo su esplendor. La grandeza de una época. Hay una exposición sobre la trayectoria del monasterio. Curioso. Para la historiografía oficial portuguesa, los años que van desde las Cortes de Tomar hasta el primero de diciembre son “dominio de los reyes de España sobre Portugal”. El nacionalismo hecho ciencia. El sebastianismo como un eje del imaginario colectivo portugués.

Nuestro paseo continua. Vamos ahora hacia el Chiado. Se nota que, tras el incendio, el barrio ha sido reconstruido, ya que las casas presentan mejor aspecto exterior que en el resto de la ciudad. Tiene Lisboa un aire decadente que la hermana con Porto. Ciudades lánguidas, siempre a la espera de un Sebastián que las despierte y las vengue. Ahora toca un café. Cae la tarde. En breve cenamos; presunto y lulas. Volvemos a estar cansados. Ese oporto nocturno tendrá que esperar. Bajando Garret entramos en la librería Bertrand, la más antigua de Portugal. Como tenemos mucho vicio, damos una vuelta. Jimena adquiere, en portugués, La creación del mundo, de Miguel Torga. Pero los dependientes saben poco de literatura. Otra parada en la FNAC, que nos pilla de camino al hotel. En la habitación, ponemos el canal internacional de TVE, pero su programación es una invitación a la reflexión y la meditación. Apagamos enseguida la tele. Mañana dudamos entre ir al Gulbenkian o acercarnos a Sintra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya sabía yo que los de Sanabria sois mu silenciosos...