23.2.07

Miscelánea

- La censura es impropia de un sistema democrático. Si les parece que un invitado va a decir chorradas, que no lo inviten. A este paso, sólo se va a poder ir a televisión a hablar de cambio climático. Si quieren ver la entrevista que la televisión pública se negó a emitir, el mundo la emite. Y en esta línea, bien por Dragó y bien por su libertad.

- Hablando de cambio climático, ahí va una opinión bastante incorrecta a la par que inteligente.

- Nuestros intelectuales. Faro espirituales del honrado pueblo trabajador en marcha hacia el progresismo fraternal, además de aburridos, son poco originales. Es lo que pasa cuando no hay talento.

- En un Estado de los supuestamente moderados, ya saben de esos con los que tenemos que aliarnos en la Alianza Interestelar Contra Otros Mundos, han condenado a cuatro años de cárcel a un bloguero por criticar a la religión oficial del Estado y al presidente del país. Se puede expresar la opinión que dicha condena merece bien a la Oficina Comercial de Egipto en España (nfo@ecros.org), o directamente a su primer ministro, Ahmed Mahmoud Mohammed Nazif (primemin@idsc.gov.eg)

- En fin, claro que no podemos irnos de Afganistán. No podemos dejarlos solos. Además de criticar a los norteamericanos, ¿Se le ocurre a Gaspar alguna solución para el país? ¿Quiere que los bárbaros vuelvan a prohibir a las viudas trabajar, que lleven el país de nuevo a la Edad Media? Es una guerra. Claro que es una guerra. Y hay que ganarla.

PS. Una reflexión bastante lúcida, aunque algo desesperanzada, sobre España y el ruido. No se la pierdan.
He recomendado la lectura del artículo de un catalán que se llama Xavier y he expresado mi apoyo a las declaraciones del ministro Alonso. ¿Do queda mi anticatalanismo, do está mi sectarismo?

3 comentarios:

Baba O'Riley dijo...

Diperso Perdiu.
A ver si entendemos de una vez por todas que la época colonial pasó a mejor vida, que Llamazares no tiene que encontrar una solución para Afganistán, que es un estado soberano y que no tenemos ningún derecho para estar ocupándolo. Que la grotesca posición a la que nos ha arrastrado Ansar es, y sobretodo era, de un servilismo alarmante. Que las guerras de diseño nunca lucen como nos pensamos a priori y que lógicamente, con una clarividencia de planteamientos tan belicistas, jamás conseguiremos unos resultados moralmente aceptables, a no ser que el exterminio del oponente sea considerado una justicia divina.
En cualquier caso, hasta que los gendarmes del mundo extiendan su manto protector a todas las naciones necesitadas de la rectitud ética de la que presumen y no solo a las que puedan ofrecer pingües beneficios o réditos electorales, seguiré pensando que la hipocresía más vertiginosa ha hecho presa de la opinión pública colectiva.
P.S.: Por cierto, ¿sabe que respecto a su ultimo comentario hay un refrán catalán que refleja perfectamente su postura?: “Una oreneta no fa estiu, ni dues primavera”.

Anónimo dijo...

Tiene buena pinta su nuevo blog, Don Baba, ire siguiendo los capítulos de su novela!

he intentado intervenir, pero "sabiamente" es sólo de lectura... hace bien, no sabe lo que la podríamos llegar a destrozar entre unos y otros.

Anónimo dijo...

Una parte de la izquierda tiene un discurso buenista, noño y aborregadamente pacifista. Afortunadamente hay otras corrientes más lúcidas como la representada en el Manifiesto de Euston que dice:
“Sólo los Estados que protegen mínimamente la vida en común de sus gentes (porque no torturan, asesinan o masacran a sus propios civiles y cubren sus necesidades vitales básicas) merecen que su soberanía sea respetada. Pero si el mismo Estado viola la vida en común de manera flagrante, su derecho a la soberanía queda revocado, y la comunidad internacional tiene la obligación de intervenir humanitariamente. Cada vez que se traspasa el límite de la inhumanidad, se impone la “responsabilidad de proteger”.