15.12.06

El concepto del tiempo

Las más de las veces, la vida te complementa las lecturas. Quizá porque no hay una cosa sin la otra.

Ando leyendo, a salto de mata y en formato pedeefe, La dimensión social del tiempo, el discurso con el que Julio Iglesias de Ussel ingresó el invierno pasado en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Una lúcida y atinada reflexión sobre la concepción que los modernos tenemos del tiempo, tan extraña y diferente de la de cualquier otro tiempo histórico.

El caso es que estaba el otro día comiendo con mis padres y hablaba con mi padre del mercado que se celebra los lunes en El Puente. Mi padre, que siempre ha estado muy orgulloso de su pueblo, enseguida empezó a hablarme de sus recuerdos del mercado en los años cuarenta y cincuenta. Me dijo que iban al Mercado (a unos diez quilómetros de su pueblo) andando, en burro o en caballo (cuando volvió de Bilbao, en bici). Yo le pregunté: joder, ¿y cuánto tardábais?. No lo sé, -me dijo-, no teníamos reloj, y tampoco nos preocupaba saberlo.

Una metáfora de la tardía llegada de la modernidad a nuestro país. Nuestros padres, en este caso literalmente, han tenido, durante su juventud, una concepción social del tiempo propia del Antiguo Régimen.

Haciendo de la necesidad virtud, podríamos decir que han tenido la fortuna de vivir dos mundos en una sola vida. Nosotros, sus hijos, sólo hemos visto el reflejo de aquel mundo que se escapaba en forma de fiestas en agosto, relaciones comunitarias con nuestros amigos y un respeto reverencial por la lectura.

Que no es poco.

PS. Siempre tuve buena opinión de Loyola de Palacio. Una mujer con ideas y con convicciones, en esta época de ministras del vogue que deben su cargo, las más de las veces, a las cuotas. Descanse en paz. Sit tibi terra levis.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Rústico Perdiu.
Un tanto bucólico nos ha salido hoy, aunque en cualquier caso entrañable. Ve como si abandona el lado oscuro y deja de lado sus arengas liberales puede llegar a dar gusto leerle.
PS:Cuando alguien muere todo el mundo ensalza sus virtudes. Me limitaré a mantener un respetuoso silencio.

Anónimo dijo...

Le devuelvo su visita para expresarle mi agradecimiento por dedicar unos minutos a mis efemérides y ampliar el dato que aporta en su comentario. Ya lo conocía, pero quise centrarme exclusivamente en el asesinato del agente Morcillo pues de ir incorporando asuntos relacionados el post se habría vuelto quizás demasiado largo. Reciba mi más cordial saludo y felicitaciones por su bitácora, la cual no conocía pero que pienso visitar a partir de ahora con asiduidad.

Anónimo dijo...

En cuanto un concepto se inocula en nuestro cerebro, y se convierte en unos anteojos con los que se observa una parte del mundo, o todo lo que él constituye para nosotros, se puede caer en el error (siempre disculpable por la facilidad para el tropiezo) de pensar que "esa" es la única manera de ver.
Por supuesto que estamos condicionados por una cultura, y unas costumbres impuestas por el lugar y momento de nuestro nacimiento. Pero, si esas gafas son sólo filtros mediante los cuales la realidad se presenta ante nosotros con torpeza y timidez, entonces, ¿cual es la manera correcta de observar?
"El arlequin del pensamiento"