17.10.06

Llueve

Llueve.
Como vengo del norte, siempre he adorado estos días grises y plomizos, en los que se adivina el invierno que llega.
Como, además, tengo los ojos claros, siempre me he sentido mejor con los días de otoño, “cuando el sol no amanece y está el aire claro”.
Sé que hay mucha política por hacer, muchas elecciones catalanas que comentar (la entrevista a Montilla de Xavier Sala no tiene precio) y muchas preguntas que plantearse. Pero hoy no quiero hablar de política.
Porque ha llegado ya, por fin, el otoño. Y llueve.
Imagino Sanabria, acaso mi particular Macondo, y me veo leyendo junto a la chimenea, sintiendo cercano el olor de la lumbre. Si me dejo llevar por la melancolía veo a mi abuelo partiendo la leña, e imagino a mi otro abuelo despachando en la ferretería.
Rafael Larreina decía ayer en el mundo “yo no soy español, yo soy vasco”. Pobre Larreina. Ni él es vasco ni yo soy español. En realidad, ninguno somos nada, ni españoles, ni vascos, ni catalanes. Lo que hacemos es imaginarnos. Nos imaginamos españoles, o gallegos, por eso es tan fácil generar identidades. Nos da miedo el vacío. Y es que, lo dijo el maestro, “todas las identidades son ilusorias, porque dentro de cada uno de nosotros yace el otro, y suyos son nuestros fantasmas más queridos”.

Dice la canción de Ciudadanos “no pensar diferente es quizá no pensar.

PD: primer post con ono.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Literaturas y filosofías aparte, es público y notorio que tenemos una identidad constatable en pruebas elementales de psicología cognitiva. Y tu no te libras, majete. Te digo: Requejo, en castellano, no es nada, un disparate. Es palabra gallega: Requeixo. O sea: Requesón, en castellano. Ya ves, la identidad, qué jodida, aparece por todas partes.

Anónimo dijo...

Lo que es realmente liberador no es "epatar" burgueses o campesinos más o menos iletrados: lo liberador es luchar contra el "chorradismo"..venga de donde venga. Ponte un parche en el ojo por el que no ves, amigo bloggero.

Rome dijo...

Curioso que ni en esto nos parezcamos, me encanta el sol.

;o)

Anónimo dijo...

Ya, ya, "palabrería tiempo atrás insuflada, tiza en pizarra virgen...etc". Lo cierto es que los de Requejo no saben que su pueblo se llama en realidad Requesón (ruego que se pida el cambio de nombre) o se respete la etimología galaica: Requeixo. Eso es la identidad en términos absolutamente empíricos. No debato sobre metafísica literaria, tan respetable, sin embargo.

Anónimo dijo...

Un comentario sobre Requejo-Requeixo: no sólo es una palabra gallega, sino que también es asturleonesa.

En el valle de Sanabria (donde se incluye Requejo) se habla o habló asturleonés o más concretamente una variante muy original denominada "pachuecu". El límite entre el gallego y el asturleonés en Sanabria es muy nítido: la portilla del Padornelo, de un lado se habla gallego, del otro "pachuecu"

En cuanto a su significado, no creo que "Requeixo" signifique requesón. En realidad se refiere al terreno donde se encuentra ubicado el pueblo y puede tener varios significados: rincón, sitio escondido, lugar apartado y recogido, repecho, lugar escarpado, etc.

Animo a los que quieran conocer más la lengua asturleonesa y sus variedades dialectales en Zamora a que se pasen por la página de FURMIENTU:

http://www.furmientu.org/

Saludos

El Perdíu dijo...

Puntualicemos. en el valle de Sanabria ya no se habla pachueco. Ni siquiera mi padre lo habló. En el valle de sanabria se habla castellano.
Dejemos la melancolía para los estudios filológicos

Anónimo dijo...

¡Por Dios!, con qué rapidez y con qué prisas se da el certificado de muerte a el habla tradicional de Sanabria.

No es bueno generalizar, hombre. Que usted no conozca hablantes del pachuecu no significa que no existan. Investigue un poco, que ya verá que no es tan difícil encontrar alguno. Yo por ejemplo sí que conozco "falantes" de "pachuecu". Yo mismo hablo -con dificultad, claro- el "pachuecu".

Por cierto, tan muerto no estará cuando hace bien poco sacaron un diccionario de sanabrés. Las palabras de ese habla aún están frescas y tienen vida actualmente, año 2007 (medeiro, llagona, llarato, y tantas otras)

Un saludo, y le invito a no dejar morir el patrimonio cultural de Sanabria, incluyendo sus hablas tradicionales.

El Perdíu dijo...

Insisto, los sanabreses hablamos castellano. Y la cultura sanabresa es una cultura profundamente castellana o española. Los diccionarios de sanabrés están bien para los filólogos, no para los políticos...

Anónimo dijo...

Estimado Perdíu:

Yo no niego que los sanabreses hablen castellano, ya que es el idioma mayoritario y común entre ellos en un 99%. No seré yo quién lo niegue y me base en la existencia de una "lengua sanabresa" para reclamar luego "supuestos" derechos políticos.

No, no soy de esos que mezclan lengua y política partidista o nacionalismos. El hecho de que un sanabrés se sienta castellano, leonés, español, portugués o marciano debería estar separado de la preservación de su patrimonio cultural, creo yo.

Sin embargo, sí soy un defensor de la cultura tradicional de las comarcas zamoranas, y dentro de esa cultura están esas ancestrales hablas que utilizaron -y utilizan- nuestros antepasados. No podemos "arrasar" el pasado de nuestra tierra y decir que todo lo antiguo es malo. Eso sería un suicidio. En buena parte el desprecio a la cultura propia es uno de los grandes problemas de Zamora. Podemos conservar las cosas buenas de antaño. En otras zonas de España así lo han hecho y les ha servido para bien. Hay que fomentar la autoconfianza entre los zamoranos y hacerles ver que su cultura tradicional es digna de ser admirada y conservada.

Las hablas tradicionales son un hecho cultural, igual que las casas con tejado de "llouxa", los bailes tradicionales, la gaita sanabresa, etc. Si yo reivindico la gaita sanabresa, por ejemplo, lo hago, no por "nacionalismo", sino para que perdure y mis hijos y nietos puedan llegar a conocerla y que sirva para uso y disfrute de sanabreses y no sanabreses.

Bueno, nada más. Disculpe por ser tan extenso en este mensaje. Gracias por leerme y un saludo.

Anónimo dijo...

Estimado Perdíu:

Dejo aquí, en este post en el que "discutimos sobr la cultura tradicional zamorana, este breve artículo que sale hoy en La Opinión en memoria de Francisco Rodríguez Pascual, un gran enamorado del patrimonio cultural de la provincia. Un saludo.



Francisco Rodríguez Pascual, gracias
J. M. FERREIRA CUNQUERO


Cómo puede describirse con palabras el sentimiento rasgado por la insondable emoción que no tiene nombre?

Francisco Rodríguez Pascual nos ha marcado a fuego su aleccionadora virtud hasta el último instante, como esperanza vitalista que alimenta permanentemente el corazón del hombre. A su lado, días antes de su muerte, he percibido, junto a ese amigo del alma que es Francisco Javier Blázquez Vicente, la hondura más misteriosa que logra fraguar en el hombre la herida del tiempo. Nos decía en aquel banco, donde desploma la paciencia horarios de hospital con lenta parsimonia, que natura habría de llegar antes o después exigiendo lo que, por haber llegado a su edad, comenzaba a pertenecerle. Pero agregaba que, al vivir con cierto énfasis tan especial dilema era reconfortante al sentirse, como nunca, desnudo frente a Cristo. Nos argumentaba que sentía su presencia, acomodando horas nazarenas, que soportan la cruz que ha de enclavarnos a todos en el último halo de aliento sobre el calvario real de la vida. Frontera donde la soledad nos convierte en transeúntes que vagan en pos de la luz deslumbrante de Cristo. Lo presentía a su lado de tal forma que, por muy dura que pudiera ser su experiencia, quiso dejarnos el testimonio de su consuelo ante el próximo abrazo que había de producirse con Cristo.

Tuve la certeza, aquel atardecer, de que Francisco quería darnos la última lección en el aula más entrañable de la amistad, donde tantas veces compartimos con fervor cercano la palabra. Pude intuir que el Cristo que él tanto defendió, desde el punto de vista de la religiosidad popular, allí estaba, junto a él, aunque nosotros no lográsemos percatarnos de su presencia, por estar absortos seguramente ante sus palabras premonitorias.

En esos silencios profundos, que en los hospitales se alargan besando la ausencia, ansié desentrañar el hábitat del otro lado donde fenece el tiempo, regresando a la bendita tierra zamorana, que don Francisco Rodríguez Pascual convirtió en parte vital de su existencia; empeño que ha desentrañado, desde sus investigaciones, el valor tradicional y costumbrista, que fundamenta una riqueza cultural única y esencial para comprender cómo se conforma el carácter de un pueblo. De las tradiciones -no olvidemos- brotan los valores posiblemente más significativos que identifican a la colectividad, acentuando aquellas peculiaridades que van ensambladas a los surcos, como espigas necesarias, que sólo pueden dorarse en el corazón más profundo del ser humano.

Como misionero de la amistad, don Francisco ha sido galardonado por la vida, pues en ella, enamorado del hombre sembró cuanto tuvo. Ahora, en esta finita cosecha de los años, le hemos visto recoger el fruto de la dignidad y la entereza, que nos sobrecoge por su ejemplo a todos los que le quisimos.

Junto a los misioneros claretianos de Salamanca, que se han desvivido junto a su entrañable sobrina Paquita en todo tipo de cuidados y atenciones, pude participar al lado de Blázquez Vicente en la primera oración que, en el momento exacto de su partida, imploraba por su alma al Padre. Ese momento ha de estamparse, como una huella indisoluble del amigo Francisco para siempre a nuestro lado.

Pero más que esos instantes emotivos que ansían colgarse como estalactitas de tristeza en la oquedad más íntima de la memoria, ha de permanecer, en lo trascendente, la enorme fortuna de haber conocido a un hombre total que supo hacerse querer por entregamos, como hermano y amigo nuestro, el calor de su ejemplar andadura.



(*) Escritor