28.8.06

Martes 8 de agosto

Llovizna. Las mantas con las que se duerme en las casas rumanas recuerda a las que había en Sanabria, e imagino que en toda la España rural, hace treinta años. Pesadas. Dormimos bien. Dorina está con nosotros mientras desayunamos. Nos habla de su hijo y de la universidad. Siempre hay alguna generación perdida que se sacrifica por otra. En todos los tiempos. En todos los lugares. La leche, de vaca; la mermelada, casera; la perenne tsuica de ciruela también casera.
Salimos de camino a Sighetu Marmatiei, una ciudad ubicada en el norte, casi fronteriza con Ucrania. Por el camino, paramos en un bar sacado de la españa del cuéntame. Entramos en la Biserica de Lemn, una magnífica iglesia de madera todavía sin restaurar. Sobrecogen los ritos ortodoxos. Llegamos Sithetu y vamos a ver el Museul, ubicado en la antigua carcel comunista y dedicado a las víctimas del comunismo. Estremecedor, en cada una de las celdas se cuentan diferentes cosas de la dictadura izquierdista: cómo los comunistas falsificaron las elecciones de 1946 (en 1945 el partido comunista rumano no pasaba de 1.000 militantes en todo el país y no tenía ninguna fuerza), como se envío como esclavos a 50.000 rumanos de identidad alemana para que trabajaran en la Unión Soviética, cómo eran las torturas, la represión del régimen a los movimientos estudiantiles...
En el patio un juego escultórico precioso recordando a las víctimas. Además, un memorial con los nombres de las personas muertas, creo que en la zona, durante el comunismo. Jimena compra un libro en inglés sobre la historia de la Rumanía comunista. Salimos impactados.
Vamos a comer a un hotel de aire decadente, propio de las películas de 007 de los años setenta. El camarero, de nuevo, muy amable.
Nos encaminamos, como buenos turistas, a visitar el cementerio alegre de Sapanta. En la puerta, cobrando, una anciana nos da un sólo tiquet cuando pagamos las dos entradas. Cuando reclamamos el segundo, que se embolsa para ella, nos mira con desprecio. El cementerio es original y nos hace gracia. Tenemos enfrente a Ucrania. Banderas de la OTAN hasta en los bares. A los rumanos les vamos a explicar quienes son los buenos y quiénes los malos. De vuelta, paramos en un moderno super a comprar. Un rumano que vive en Palma nos aclara algunas cosas respecto a los precios. Llegamos, ya tarde, la la Casa de Ileana, preciosa y casi toda de madera. La cena es de nuevo copiosa. De nuevo mariushka, la hija de la dueña, habla español gracias a las telenovelas. También nos vamos a dormir pronto...

2 comentarios:

Donaire dijo...

Oiga. Muy bueno el relato del viaje. ¿Por qué no nos regala una sesión fotográfica en el flickr?. Lo digo de veras: fantástico.

El Perdíu dijo...

Estimado donaire. Mi incultura tecnológica no tiene apenas lagunas. ¿Qué es una sesión fotográfica en el flickr?