29.3.06

Liberalismo

Las fiestas que, en honor a la patrona, organizamos en mi pueblo en agosto, son un magnífico ejemplo de autoorganización ciudadana. El municipio, que englobando a más de once núcleos de población, no alcanza los mil habitantes, no tiene por supuesto ni concejalía de participación ciudadana, ni edita cómics invitando a la gente a participar, ni se gasta el dinero subvencionando asociaciones. El coste de las fiestas que, cada año, somos capaces de montar entre los vecinos, es de unos 14.000 €. La subvención municipal es de unos 140 euros, aproximadamente el 1% del coste total de las mismas. Hasta este año, la Comisión de fiestas saliente, compuesta por ocho personas, nombraba a su sustituta (ahora hemos creado una Asociación). Algunas hacían más que otros, pero en general casi todo el mundo colaboraba en algo y todos participamos: hacemos una revista, gestionamos lotería durante todo el año, hacemos obras de teatro, un bingo... todo para juntarnos y reconocernos cada tercer fin de semana de agosto como lo que fuimos, lo que somos y lo que, tal vez, nunca lleguemos ya a ser.
Supongo que con este antecedente, con esta forma de trabajar los vecinos, era difícil que me gustaran las subvenciones. No forman parte de mi cultura de castellano viejo. Recuerdo, en mi primer empleo, cuando trabajaba como técnico en un ayuntamiento de la corona metropolitana de Madrid, el susto que me llevé cuando me dijeron que las fiestas costaban 38.000.000 millones de pesetas, de los cuáles el Ayuntamiento ponía los treinta y ocho millones. Y decían que las fiestas eran de la gente. Con dos cojones.


PD: Me alegro por lo de Marbella. Y espero ver a Otegui en la cárcel lo antes posible

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que lo correcto sería 38 millones ó 38.000.000 a secas, a no ser que lo que cuestan las fiestas sean 38 billones

El Perdíu dijo...

Tiene usted toda la razón, don Luis