11.8.05

Asombrado estoy

Resulta que en Chile hubo vigente una ortografía del castellano diferente a la estandarizada hasta 1927.


Resulta que hay un artículo magnífico de Félix de Azúa en el fanzine de prisa de hoy. Comenta el artículo aquel de Bohigas que ya glosamos. No me resisto a citar una parte del de Azúa. Cuando el nazional socialista de Bohigas, muy digno él, se preguntaba si "¿Habrá que rebajarnos y reconocer que la política proclamada honestamente por las izquierdas a favor de una tolerancia democrática está siendo un fracaso y que hay que pedir prestada a la derecha intolerante unos métodos que nos dan asco, pero que, por lo visto, no sabemos sustituir por una autoridad fuerte y democrática?". La respuesta de Azúa es antológica, la cito por extenso:
La solución no es ésa, sino la contraria, o sea, reconocer que la "tolerancia democrática" de las izquierdas de Bohigas es una colosal fantasía. Que estos izquierdistas tolerantes están multando a probos comerciantes y honrados restauradores por no usar el catalán tal y como a estos enormes demócratas les da la gana, aunque, claro, ellos escriben en español en toda la prensa del país. Que en las instrucciones de la Generalitat para el próximo año escolar se crea la figura de un "coordinador lingüistic" en plan sprächenpolizei. Que los medios de comunicación de la Generalitat, todos ellos cedidos a los ultras por los socialistas sublimes, cada vez se parecen más al No-Do con Carod inaugurando actos patrióticos y solidarios (consigo mismo) todos los días. Que en la Universidad catalana puede hablar en público un gigante de la tolerancia como Otegi, pero le parten la cara a Savater si se atreve a subir al estrado. Y que la "tolerancia democrática" de Bohigas, como la "lealtad hacia Cataluña" de Carod, es una inmensa farsa cuyo significado no es otro que: "Tolerancia y lealtad infinitas para mí y para los míos, incluidos los del 3%, y a los demás, que les zurzan".

Como nadie es perfecto, el inefable Juan Cueto endilga un rollo sobre cómo crispa la cope a la buena gente de este país, frente a la sensata oposición que hicieron ellos. Y se pregunta (y pido perdón a mis improbables lectores por largarles este pildorazo): ¿de dónde han sacado los católicos militantes, especialmente los comunicólogos graduados en esa Universidad de Navarra y sus infinitos masters en Comunicación, que la crispación telediaria es buena, da votos, cuando precisamente aquí se ha demostrado que las pantallas planas (zaplanas) son capaces de perder las elecciones aunque exista un fifty-fifty antropológico que no lo desequilibra ni Dios? También en este país las elecciones las pierden o las ganan los indecisos, como en cualquier espacio político de simetría bilateral y rotatoria, vale, pero los indecisos, como su propio nombre indica, son justamente los ateos de la crispación.

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